jueves, 11 de noviembre de 2010










Tú que como una cuchillada


entraste en mi triste pecho,


tú que, fuerte cual un rebaño


de demonios, viniste, loca,


a hacer tu lecho y tu dominio


en mi espíritu humillado.


--Infame a quien estoy unido


como a su cadena el galeote,


corno al juego el jugador,


como a la botella el borracho


como al gusano la carroña,


--¡maldita seas, maldita!


Rogué al rápido puñal


que mi libertad conquistara


dile al pérfido veneno


que socorriese mi cobardía.


Mas ¡ay! puñal y veneno


despreciándome, me han dicho:


"No mereces que te arranquen


de esa maldita esclavitud,


¡imbécil! --si de su imperio


nuestro esfuerzo te librara,


tus besos resucitarían de tu vampiro ¡el cadáver!".



Charles Baudelaire.

1 comentario:

  1. El Poseso

    El sol yace bajo un lúgubre manto.
    Como él, ¡oh Luna de mi vida!, arrópate con sombras;
    duerme o humea a tu gusto; sé muda, sé sombría,
    y húndete por entero en el abismo del Tedio.

    ¡Te amo así! Sin embargo, si hoy quieres,
    como un astro eclipsado que sale de la penumbra,
    pasearte en los lugares que la Locura encumbra,
    ¡está bien!, ¡encantador puñal, surgido de tu vaina!

    ¡Enciende tu pupila con el brillo de los candelabros!
    ¡Enciende el deseo en las miradas de los rústicos!
    Todo lo tuyo me agrada, mórbido o petulante;

    Sé lo que quieras, noche negra, roja aurora;
    No hay una fibra en todo mi cuerpo tembloroso
    Que no grite:
    ¡Oh, mi querido Belcebú, yo te adoro!

    Charles Baudelaire.

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